Leyenda de la Virgen de la Soledad (Córdoba)

Uno de los emblemas de la fe católica en nuestra ciudad es la Virgen de la Soledad, en torno a nuestra virgen se narra una leyenda que muchos afirman es cierta.
Cuenta la leyenda, que a principios del siglo pasado, el sacerdote de la parroquia, solicitó los servicios de algún artista que tallara las imágenes de San Antonio de Padua, de San José y de la Virgen de la Soledad.
Dos Jóvenes, que decían ser provenientes de la antigua Guatemala, se presentaron ante el cura y se comprometieron a realizar el trabajo en breve tiempo, poniendo como condición que no se les interrumpiera mientras realizaban su labor y que los alimentos les fueran dejados fuera del cuarto de la casa parroquial que se les acondicionó como taller.
Después de recibir un adelanto a cuenta de sus honorarios y el material necesario para realizar lo encomendado, se encerraron en el improvisado lugar.
Al cuarto día, la anciana encargada de llevarles la comida llamó con insistencia, ya que se encontraba por demás intrigada al no escuchar ningún ruido en el interior, alarmada por no recibir contestación, comunicó al cura lo que sucedía, éste después de confirmar lo dicho por la mujer, ayudado por varias personas, forzó la puerta que se encontraba fuertemente asegurada por dentro, y al lograr su objetivo, se sorprendieron grandemente al no encontrar a nadie dentro de la habitación, hallaron en cambio, intacta sobre la mesa, la comida que les habían proporcionado, junto con los 70 reales dados como adelanto, así como en una esquina, las imágenes completamente terminadas de San Antonio y San José y en el centro, la impresionantemente hermosa imagen de la Virgen de la Soledad, cuyo rostro, transido de dolor y sus manos angustiosamente entrelazadas, serían consideradas como una verdadera obra de arte, y objeto de la veneración del pueblo cordobés.
Las atribuciones que los creyentes de la fe católica le han otorgado, no se limitan a su místico origen, sino que se le ha considerado protectora de la ciudad, ya que los relatos que han circulado de padres a hijos a través del tiempo, cuentan que han sido varias las ocasiones en que la Virgen ha abandonado su pedestal, para evitar que alguna desgracia cayera sobre su pueblo, como sucedió en los tiempos en que se libraban las batallas por la independencia del país. Se dice que estando Córdoba sitiada por las fuerzas realistas del general Hevia, la Dolorosa se presentó ante el encargado de cuidar las municiones, que adormecido por los humos del licor ingerido, había dejado sobre un barril de pólvora, un cabo de vela encendido. Prevenido por la celestial aparición, éste despertó a tiempo de apagarlo, evitando así, una conflagración que seguramente habría acabado con la ciudad.
En otra ocasión la alarma cundió entre la población, al darse a conocer la noticia de que el ciclón Flora, habiendo devastado el norte del estado, se dirigía hacia este lugar, por lo que se tomaron las precauciones debidas, ya que se consideraba eminente su llegada, no obstante, éstas resultaron innecesarias, ya que el citado ciclón se desvió sin hacer daño a Córdoba, aunque su cola sí causó estragos en las poblaciones aledañas.
En las horas de mayor pánico, hubo quien aseguró haber visto, en los límites de la ciudad, a una hermosa mujer quien tocada con obscuro y largo manto se negó a buscar refugio alegando que debía cuidar de sus hijos.
Lo asombroso de tal relato, se agrega, es que al día siguiente de ocurridos los hechos se encontraron manchas de barro en el manto de la Virgen.

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